No trastoca el orden de las cosas, más bien exalta la morbosidad y, de esta forma, degrada los valores culturales, puesto que describe ciertas expresiones como: palabras, acciones e imágenes que puedan ofender la moral o sexualmente a alguien y lleva implícito un contenido sexual que puede ser transgresión que tiene que ver con la infracción de la ley o de lo normal, la provocación es llamar la atención sexualmente y perversión que son comportamiento que no se ajustan socialmente con la sexualidad normal. En este orden de ideas, lo obsceno se refiere a una actitud perversa que busca la degradación total: estética, religiosa, moral, histórica, gnoseológica y hasta metafísica de todo lo que roza. Por ende, la obscenidad destruye, quiebra la estructura y la dignidad de aquello que, al mostrar, consume en su significado de conjunto. También se considera como obsceno aquello que hace público lo privado, que deja al descubierto lo que el sujeto intenta ocultar a la mirada de los otros, está fuera de la escena y al mostrarse produce un efecto de ruptura.
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