Carl Rogers

El enfoque de Rogers está ubicado dentro de las teorías humanistas, las cuales destacan que el hombre posee una motivación intrínseca para luchar por la autoactualización, que es la tendencia de la evolución de potenciales espontáneos y naturales, de modo que mantengan o acentúen el organismo. En este sentido, Rogers se interesó en el estudio del individuo en sí mismo, y para ello desarrolló una teoría de la personalidad centrada en el yo, en la que se ve al hombre como un ser racional.

 

Asimismo, el ser humano desarrolla su personalidad al servicio de metas positivas, una persona con funcionamiento óptimo es aquella cuyo autoconcepto corresponde a sus capacidades innatas. No obstante, él planteó que el yo es la principal fuente de la conducta, entonces una distorsión del concepto del yo podría conllevar anormalidades o reacciones de distinto grado frente a la incongruencia; ya sean sentimientos de cautela, restricción, o si son más graves, sentimientos de ficción y superficialidad.

 

Además, para alcanzar una personalidad ideal, Rogers propone una serie de tareas, entre la que se encuentran: descubrimiento del yo real, valoración organísmica, vivir la experiencia, ya sea interna o externa, alejarse de las apariencias, entre otras. Por otro lado, las características que promueve en el terapeuta son ciertas, pues es verdad que se pueden utilizar muchas técnicas para remediar y curar, pero la influencia del terapeuta, ejerce conciencia en el pensamiento.

 

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