Valoración de la profesión docente

En la sociedad actual en la que vivimos ha cambiado mucho, especialmente en las dos últimas décadas; ante todas estas transformaciones sucesivas de reformas educativas emprendidas en éstos últimos veinte años han modificado la gestión de la enseñanza, la ordenación académica, los planes de estudio y otras cuestiones relacionadas con las instituciones educativas y por consiguiente al profesorado. Asimismo, se entiende por formación al proceso permanente de adquisición, estructuración y reestructuración de conductas, donde el sujeto interioriza modelos de aprendizaje y rutinas escolares que se actualizan cuando se enfrenta ante situaciones donde debe asumir el rol de profesor.

 

Es por ello, que en la práctica educativa de los docentes es una actividad dinámica y reflexiva, que comprende los acontecimientos ocurridos en la interacción entre el docente y el estudiante, además incluye la intervención pedagógica ocurrida antes y después de los procesos interactivos en el aula. No obstante, se plantean tres dimensiones para evaluar la práctica educativa de los docentes: 1) El pensamiento didáctico, que es como realizar la clase con estrategias adecuadas para el aprendizaje del estudiante; 2) la interacción educativa, es aquella relación entre el docente-estudiante; y 3) la reflexión sobre los resultados, analizar el trabajo de uno mismo para ver cuáles son las fallas y fortaleza de la práctica docente para así mejorarla y reforzarlas; cabe destacar, que cada una de ellas afecta y es afectada por las otras.

 

Por otra parte, los docentes principiantes o novatos adquieren en las instituciones educativas las herramientas necesarias para afrontar la complejidad de las prácticas diarias; además, las instituciones educativas donde el docente comienza a trabajar se convierten también en formadoras, modelando sus formas de pensar, percibir y actuar, asegurando la regularidad de las prácticas y su continuidad a través del tiempo. Por otro lado, se concibe la práctica docente como la acción que se desarrolla en el aula y, dentro de ella, con especial referencia al proceso de enseñar, éste es uno de los ejes básicos de la acción docente, que se deben implicar diversos factores que influyen de manera incisiva en el discente como lo son por ejemplo las familias, el entorno social, entre otros aspectos.

 

En este sentido, la profesión docente es una profesión de vocación que implica una formación continua y permanente a lo largo de la vida laboral como profesional de la enseñanza. Además, la profesión docente como todas las profesiones u ocupaciones en los tiempos actuales, se enfrenta a una crisis de identidad motivada por las cambiantes circunstancias en las que se desenvuelve, la profesionalidad del educador, desde el punto de vista de la formación, ha de asumir en forma radical los criterios que caracterizan las «profesiones modernas», a partir de los cuales son reconocibles por lo menos tres dominios: el dominio de los problemas, el dominio de las teorías que ayudan a explicar y comprender  y el dominio de la pedagogía en su doble carácter, filosófico y científico.

 

Para concluir, el grado de apropiación de la profesión como proyecto y actitud de vida ha de servir de contexto natural para el desarrollo de los talentos de quien la profesa y condición de posibilidad de su actuar ético y político. Por otro lado, la función del docente es una práctica que se expresa como correlato de los imaginarios y las comprensiones que las sociedades y comunidades nacionales y regionales tienen de la educación. Es por esto, que el docente se confronta con una dualidad: la de educar como un acto de conducir a los sujetos a su propio marco de sujeción y la de convocar al mismo sujeto a su afirmación como ser libre y emancipado.

 

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